miércoles, 30 de enero de 2013

Carl Macek - El hombre que soñó Robotech

Y aquí les dejo la entrevista completa a Carl Macek, el cual saque de un blog llamado Era Robotech, y del cual se colocó un extracto en el numero 4 de la revista.

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Este artículo fue publicado en Argentina por la revista Comiqueando #26 en Marzo de 1997.

CARL MACEK: El Hombre que soñó Robotech.

Autor: Andrés Accorsi.

Atendiendo el stand de su empresa, intentando infructuosamente arreglar una computadora que se le retobaba y flanqueado por una secretaria que rajaba la tierra, Carl Macek se tomó unos minutos para charlar sobre Robotech, sus orígenes, sus secuelas y su influencia en la generación de pibes que hoy consumen masivamente manga y anime. Con ustedes, el verdadero Maestro de la Robotecnia.

AA: ¿Cómo nace tu interés por la animación japonesa?

CM: Yo tenía una galería de arte de animación y me vino a ver una gente que quería comprar algunas cosas de animación que yo tenía. Resultó ser que esa gente era de Harmony Gold, la empresa que tenía los derechos internacionales de Macross. Y además de comprarme material, me preguntaron si yo tenía alguna idea de qué productos accesorios se podían generar y vender a partir de Macross. Yo les dije que sí, y empecé a trabajar desarrollando el marketing de la animación japonesa en los EE.UU., para Harmony Gold. Y el resto es historia.

AA: ¿Cuál fue el criterio que aplicaste para elegir las tres series japonesas que terminaron convirtiéndose en Robotech?

CM: El criterio inicial fue que tenían que ser aventuras futurísticas con mechas. No podían ser una de mechas, una de fantasía y una comedia. Traté de juntar series que tuvieran un look visual más o menos homogéneo y una historia central basada en los mechas. Y en la compañía Tatsunoko, las únicas tres que había -y que tenían un mínimo de sentido- eran Macross, Southern Cross y Mospeada. De haber podido elegir material de otros estudios, habría elegido Orguss, o algún otro serial de esa onda, pero como estaba la limitación de negociar sólo con Tatsunoko, esas tres eran la elección más lógica.

AA: ¿Cómo surgió la idea de integrar a las tres series en una misma línea argumental?

CM: En los EE.UU hay una dificultad para distribuir masivamente la programación infantil y consiste en que hay que tener muchos episodios. Para lograr la sindicación hay que tener un mínimo de 65 episodios, para poder pasar la serie de lunes a viernes durante toda una temporada, que dura 13 semanas. Pero se dio que ninguna de las series japonesas era larga, eran más bien cortas. Cada una tenía veintipico, treinta y pico de capítulos y entre las tres juntaban 84. Y cuando armé Robotech, agregamos un episodio adicional que es nuevo, no existe en japonés. Es el episodio 37, que está armado con secuencias de otros capítulos y es muy interesante.

AA: ¿Te resultó fácil crear un concepto que pudiera unificar las tres series?

CM: No, fácil no fue, pero en última instancia resultó intelectualmente satisfactorio. Lo que hice fue mirar todos los capítulos sin volumen, sin escuchar los diálogos, aunque tenía idea de qué pasaba en cada guión. Yo los miraba una y mil veces, a los efectos de encontrar similitudes gráficas, me concentraba solamente en la imagen. Y después de casi dos meses de mirarlos continuamente, una y mil veces, empecé a encontrar lazos visuales.

AA: ¿El concepto de la protocultura lo inventaste vos?

CM: Las series originales japonesas ya se hablaba de protocultura, pero era un concepto distinto. En las historias japonesas, la protocultura era la pre-cultura, la cultura primitiva, el nacimiento de la cultura. Los alienígenas le tenían miedo a la cultura, lo cual para mí no tenía sentido. Como creador occidental, el concepto de "miedo a la cultura" me pareció muy traído de los pelos. ¿Cómo es que la música puede vencer a los alienígenas? Pensé que ningún chico americano lo podría llegar a creer. Entonces, el nombre "protocultura" ya estaba presente en las series japonesas, pero el concepto de lo que es la protocultura en Robotech es creación mía.

AA: ¿Tuviste que cortar escenas de sexo, o escenas que eran demasiado violentas para el público infantil?

CM: Sí, en los EE.UU. hay lineamientos para la difusión televisiva y yo seguí el código de lineamientos de la NBC. Y según estos lineamientos, no me estaba permitido mostrar ciertas escenas de violencia, ni gente desnuda. Así que, en el momento de armar Robotech, habremos tenido que eliminar entre 7 y 10 minutos entre las tres series. De 42 horas y media quedaron afuera 10 minutos, pero eran escenas cortitas, nada que afectara la narración. Hubo un sólo episodio muy recortado, en la saga de Mospeada, en el que las tres mujeres se bañan en un baño público y uno de los personajes trata de espiarlas. Eso fue lo único que nos trajo problemas. Para compensarlo, le agregamos varias escenas. Yo le puse los diálogos a la secuencia de los créditos de cierre de Mospeada, que en el original tenía sólo una canción, y la agregamos.

AA: ¿Por qué te parece que no prosperó Robotech II: The Sentinels?

CM: Intelectualmente y en el aspecto narrativo, tuvo todas las posibilidades de prosperar, pero a veces lo comercial se interpone en el camino. El trato con el que se vendía la serie para la TV le daba a los productores la posibilidad de llegar al 65% de los hogares de los EE.UU. La empresa de juguetes iba a poner publicidad para permitir que la serie se viera en todo el resto del país. Pero, por algún motivo, el dinero de la publicidad no estaba ingresando regularmente y se terminó parando la emisión, porque no se estaban cobrando los avisos. Finalmente, eso terminó causando la ruptura del convenio entre la productora de la serie y el fabricante de los juguetes.

AA: ¿Robotech no tuvo la repercusión suficiente para garantizar una inversión importante para la secuela?

CM: Si, fue exitosa. Pero tenía sus problemas. Muchos nos criticaban que estuviera hecha en forma de serial, que había que emitirla en orden. Ese era un problema grave, al que nunca le prestamos atención. Por eso, cuando arrancamos con The Sentinels, armamos la historia en pequeñas sagas de cinco episodios, que se podían mezclar un poco sin joder la continuidad.

AA: Sin embargo, a mí me parece que uno de los elementos que hicieron tan popular a Robotech fue el hecho de tener que ver los capítulos en orden. Que es lo que pasa con casi todas las series japonesas de ahora... Los Caballeros, Sailor Moon... Hay que seguirlas como si fueran telenovelas.

CM: Sí, sin duda. Y Robotech, además de ser complejo, era respetuoso del público. No tenía estupideces, no especulábamos con que la iba a ver un público infantil. La narrativa era intensa, era conceptualmente interesante tanto para los chicos como para los adultos. A los adultos los atrapaba el dramatismo de la serie y a los chicos les fascinaba ver un dibujo animado en serio, donde la gente se moría de verdad, no era una pavada.

AA: ¿Viste las secuelas de Macross que hicieron los japoneses?

CM: Sí.

AA: ¿Qué te parecieron?

CM: Creo que lo que pasó fue que los japoneses, al ver el éxito de Robotech en EE.UU., se creyeron que todo el mundo se copaba con Macross. Entonces se pusieron a repetir Macross, Macross, Macross, Macross, sin advertir que el argumento básico de Macross no funciona. Me refiero a la minita que viene, canta y detiene a los alienígenas. La animación de casi todas las secuelas es maravillosa, pero la historia es siempre el mismo bodrio que, a la larga, no tiene sentido. Además no agregan nada, es todo refrito de la serie original, es más de lo mismo.

AA: Algo que me llama la atención es que, después de todo el tiempo y la dedicación que pusiste para darle coherencia a Robotech no hayas seguido con la saga, escribiendo comics, o novelas, ya sea con los personajes conocidos o con otros nuevos...

CM: Ese no era mi objetivo. Mi objetivo era poder hacer lo que hice con Robotech, pero con otras series. Y lo hice con varias series más de ciencia-ficción...

AA: Hiciste una serie del Capitán Harlock (Raimar), no?

CM: Sí, pero fue un trabajo para otra gente, tuve muchos problemas con ese trabajo. No fue algo que disfruté hacer, fue muy complicado y muy poco interesante. Pero trabajé mucho para la televisión: desarrollé la serie C.O.P.S. para la TV americana, trabajé como guionista y productor de Computer Warriors, acabo de desarrollar una serie con Joe Pearson que se llama Rail Runners. Es una saga épica de ciencia-ficción que transcurre en un universo alternativo y que estamos tratando de vender. Y además tengo mi propia empresa, Streamline, que me permite alternar mi inquietud creativa con la tarea de hacer que ciertos productos se vuelvan aceptables para el público americano.

AA: ¿Te sentís en cierto modo responsable por la popularidad del manga y el anime, acá en EE.UU.?

CM: Un poquito. Siento que Robotech contribuyó a poner esto en marcha. Lo más satisfactorio es que, cuando empezó la explosión del manga, salieron los puristas a protestar, diciendo que el animé debe ser subtitulado y no doblado. Pero ahora todo el mundo está doblando, están siguiendo mi política. Y creo que es algo intelectualmente satisfactorio, pero a la vez ridículo, porque ninguno de estos tipos tienen la experiencia ni la capacidad necesarias para hacer buenos doblajes. O sea que se está haciendo a la bartola, sin ningún sentido más que el de ganar plata.

AA: ¿Te gustan los comics de Robotech que se editan en EE.UU.?

CM: Sí, no todos, algunos. Me parece interesante ver lo que esta gente está haciendo con las historias. Sin duda, y más allá de lo que yo piense, lo que se está haciendo en este momento en los comics es LA historia de Robotech. Por eso me resulta interesante y muy valioso.

AA: Para ir terminando, vos que sos un experto en anime, ¿por qué crees que los japoneses dibujan a los personajes con ojos grandotes?

CM: Creo que está ampliamente aceptado que en sus comienzos, la comunidad de animadores japoneses aprendió a animar en base a los dibujos de Max Fleischer, allá por los años '30, con personajes como Betty Boop, Bimbo y Koko. Y al aprender a animar a partir de esos dibujos, el detalle de los ojos grandes se convirtió en una convención. Ese estilo hoy antiguo de diseñar a los personajes se convirtió en el estilo de diseño a seguir por todos los animadores posteriores y así evolucionó hacia lo que es hoy. Además, a los japoneses les fascina la posibilidad de poner emoción en los ojos. Si mirás con atención los dibujos animados, siempre tienen un mensaje, ya sea emocional o intelectual. O sea que se dio una extraña pero feliz coincidencia entre el estilo de los dibujos de Fleischer y el punto de vista cultural de los artistas japoneses. De algún modo, se produjo una extraña sincronicidad, que evolucionó hacia el look actual del animé.

AA: Y última: ¿Tenés algún animé favorito que te encantaría que triunfara en la TV americana?

CM: Sí. Nadia: The Secrets of Blue Water. Es una serie genial, encantadora, muy divertida para los grandes y buena para los chicos. Son un nene y una nena, a fines del siglo pasado, que tratan de encontrar a la familia de ella, que aparentemente es huérfana. Y la aventura los lleva a un viaje en el Nautilus con el Capitán Nemo y demás. Es una historia maravillosa, bien dibujada, muy bien escrita, emocionante. Ojalá que se vea en todo el mundo.

AA: Bueno, eso es todo. Mil gracias.

CM: Nos vemos.

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